JESU CRISTO DICE ... YO SOY LA LUZ DEL MUNDO ...
El que me sigue, no andará tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida !
Pregunta 10
¿Qué enseña la Biblia en cuanto al andar espiritual y práctico de un cristiano?
Hay muchas cosas para decir acerca de este tema, pero la Biblia enseña primero que todo que nadie puede vivir mediante el Espíritu de Dios y tener una vida espiritual – esto es una vida que agrada a Dios – si esta persona no ha nacido de nuevo. Una persona nace de nuevo cuando pone su confianza en Jesucristo, con el fin de morir al pecado en Su muerte, y también para ser resucitado mediante la resurrección de Jesucristo de los muertos. Así llega a ser una nueva criatura en Cristo ante Dios. Al mismo tiempo, el Espíritu Santo es derramado en el corazón del creyente. En nuestra vida física nosotros nacemos primero. Sólo entonces somos seres vivientes. Espiritualmente es igual. Necesitamos primero nacer de nuevo espiritualmente para poder vivir delante Dios exactamente de la manera que Adán y Eva vivieron delante de Dios antes de caer en el pecado. Miremos ahora la vida de un cristian a partir del momento en que nace de nuevo. ¿Cómo es? Usted puede pensar que el nuevo creyente hace toda clase de obras buenas, y ¡que es una persona perfecta delante de Dios! ¿Piensa usted eso de verdad? Bueno, eso NO es lo que la Biblia enseña en primer lugar. La Escritura hasta llega a decir al cristiano lo siguiente:
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.” (1 Juan 1:8-10)
Ahora veamos lo que necesita un bebé, un recién nacido, antes que nada. ¡Necesita leche, comida y comunicación con sus padres y con otros niños!
Espiritualmente es lo mismo.
Citaremos algunos textos de la Biblia:
Jesús contestó (cuando fue tentado por Satanás): “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4)
El apóstol Pablo escribió a los creyentes: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.” (Colosenses 3:1-4)
El doctor Lucas, autor del tercer evangelio y de los Hechos observó lo siguiente entre los primeros creyentes en Jerusalén: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:42)
La carta a los Hebreos advierte a los creyentes: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:24-25).
¡Vivir por la Palabra y el Espíritu de Dios!
De su andar fiel a diario con Jesucristo resultará un fruto espiritual. Escuchando y leyendo Sus palabras en la Biblia, confiando en Él y orando a Él, su Salvador y Señor, usted será capacitado por el poder de Su palabra y de Su Espíritu (que habita en el creyente recién nacido) para obedecer Sus palabras.
Usted puede leer acerca del efecto y de los resultados de todo esto en los siguientes textos bíblicos:
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” (Colosenses 3:5-13)
Dios es luz, ¡y un cristiano debe andar en la luz!
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:5-7)
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.” (Hebreos 4:12-13)
Realmente se puede decir mucho más acerca de todos los asuntos de nuestro diario vivir, y de cómo debemos mirar las cosas a la luz de la Palabra santa de Dios. Por ejemplo: las relaciones interpersonales de todo tipo, el matrimonio, los hijos, la familia, el trabajo, el tiempo, el vestir, la alimentación, el dinero, nuestro comportamiento con las autoridades, cómo ejercer la autoridad, cómo debemos tratar a nuestro cuerpo, cómo debemos hablar, cómo tenemos que relacionarnos con los que no creen en Cristo, etc. Si usted tiene preguntas, siéntase libre de ponerse en contacto con nosotros. Envíenos un e-mail a la dirección que aparece abajo. Trataremos de enviarle una respuesta dentro de un límite razonable de tiempo.